3.6.09

Tomás Espinosa habla sobre el LTCI

A propósito de una serie de puestas en escena por parte del Laboratorio de Teatro Campesino e Indígena (LTCI) en Oxolotán, Tabasco, el dramaturgo mexicano Tomás Espinosa (1947-1992) publicó el 18 de junio de 1984 un artículo intitulado Teatro para verse, repleto de imágenes. El desaparecido autor de Las tribulaciones de un lagartijo y La televisión enterrada apuntaba: “Oxolotán, Tabasco, es el escenario: todo el pueblo: el río las calles, las ruinas del templo llenas de raíces y vegetación exuberante y finalmente el foro de la montaña —donde vimos tiempo ha Lilus Kikus y Bodas de sangre—. Todo el pueblo es un gran teatro donde se representa y se vive La pasión según San Mateo. Todos son actores y espectadores a la vez, autores y personajes, también”.

En la nueva creación de María Alicia Martínez Medrano el dramaturgo afirmaba ver lo siguiente: “La concepción del espectáculo es temática y no anecdótica. De allí que no caiga nunca en los lugares comunes del teatro religioso ni en los adornos cursis de la artesanía hagiográfica”.

Sostenía que “para la imaginación de María Alicia y para la vitalidad imaginativa del pueblo oxoloteca no hay paredes ni cortapisas ni obstáculos. Las tormentas les borraron tres veces los escenarios diseñados en el río y finalmente la naturaleza contemporizó y les dejó el que vimos, sentados en la raíces de un hermoso árbol. Y María Alicia dirige como si estuviera haciendo la gran ópera de la creación del mundo, el gran drama del universo: la obertura es un desfile de jóvenes en cayucos. Y todo así, en imágenes desaforadas de su belleza: como el baño del pueblo; las tentaciones de Satanás; la anulación y la concepción; el nacimiento con un niño oxoloteca de inefable hermosura; con lo ángeles oxolotecas que parecen pajaritos. María Alicia rescata la belleza del pueblo y se la devuelve en síntesis perfecta: ese rirmo del habla, ese ritmo del caminar; la belleza de los rostros y los cuerpos; la frescura; la fuerza; su capacidad lúdica y su cosmogonía”.

A decir de Espinosa, María Alicia empleó para el montaje de su obra un noventa por ciento de imágenes teatrales “porque en fin de cuentas el teatro es para ver y no para oír. ¿Qué más se puede decir de lo perfecto?”

De Lilus Kikus y Bodas de sangre el dramaturgo aseguraba que en los montajes dirigidos por  María Alicia Martínez Medrano “se plasma todo el cosmos infantil por medio de la gracia de los cuerpos, las voces y la luz de los ojos. De repente todas la imágenes provocan la comparación: esto sería Pasolini, esto sería Fellini (sobre todo en Bodas de sangre con las escenas de la fiesta), pero serían en esencia”.

Remata su artículo diciendo: “En la jerga teatral se diría que esto es una superproducción, y en puridad, Oxolotán es un teatro que rebasa las definiciones: es la solidaridad del arte y de la vida”.  

No hay comentarios:

Publicar un comentario